A nueve meses de asumir el mando, la administración de Juan Moreno Mena en Riosucio parece navegar sin rumbo fijo, dejando a sus habitantes en un perpetuo estado de espera y frustración. En un municipio plagado de necesidades básicas insatisfechas, las promesas de “seriedad y cumplimiento” que resonaron durante la campaña electoral ahora suenan huecas ante la evidencia de un gobierno que titubea y desatiende sus obligaciones más fundamentales.
La zona rural de Riosucio, esencial para la economía local, se encuentra en un estado de abandono casi total. Las infraestructuras se desmoronan, las vías de acceso para los campesinos están intransitables, y la falta de políticas de empleo efectivas mantiene a la población en una incertidumbre económica asfixiante. A esto se suma la parálisis en la ejecución de obras públicas, muchas de las cuales permanecen inconclusas o ni siquiera han comenzado, pese a las urgentes necesidades de la comunidad.
Además, la administración Moreno Mena se enfrenta a crecientes críticas por la falta de transparencia en la gestión de los fondos públicos, especialmente en lo que respecta a los más de 9 mil millones de pesos recibidos a través del predial afro, los cuales son destinados a la libre destinación. Los ciudadanos de Riosucio, desesperados por ver resultados tangibles, aún buscan respuestas claras sobre el uso de estos recursos, que podrían aliviar muchas de las carencias que enfrenta el municipio.
Con el cambio de gobierno, parece que no cambio el silencio administrativo que reino en el anterior periodo administrativo; al contrario. Al menos el exalcalde Conrad Valoyes, cada que se le consulto por la llegada de ingresos significativos con los correspondientes a la devolución del predial, siempre tuvo una respuesta aunque de nueve promesas cumpliera solo una. El caso del alcalde Moreno, preocupa porque pareciera asumir que no tiene necesidad de informar de sus determinaciones y asume un gobierno autoritario y centralizado.
La falta de avances concretos y el aparente desinterés del gobierno municipal por atender las prioridades más críticas han llevado a los residentes de Riosucio a cuestionar la capacidad y la voluntad de su alcalde para liderar efectivamente. Con cada día que pasa, el eslogan de campaña de Moreno Mena pierde más credibilidad, y lo que queda es un retrato de promesas vacías y un liderazgo que no logra estar a la altura de las circunstancias.
Riosucio merece más que palabras bonitas y campañas de marketing político; necesita acciones decisivas y un liderazgo que verdaderamente entienda y priorice las urgencias de su gente. La comunidad espera, cada vez con menos paciencia, que su alcalde transforme sus promesas en realidades palpables que mejoren la vida de todos en el municipio.
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