La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) han emitido un urgente llamado a la cooperación internacional para enfrentar el fenómeno migratorio en el Tapón de Darién, la intrincada selva entre Colombia y Panamá. Durante 2022, esta región experimentó el paso de 250.000 migrantes, un número sin precedentes.
Este fenómeno ha sido propulsado por múltiples factores, como el limitado acceso a derechos fundamentales, la violencia y la inseguridad. “Estamos potenciando la asistencia humanitaria y de protección, centrándonos en áreas cruciales como la alimentación, el alojamiento y la atención médica. Las personas están en una situación de vulnerabilidad, y sus derechos y bienestar son nuestra prioridad”, expresó José Samaniego, director del ACNUR para las Américas.
La peligrosidad de la ruta a través de la selva del Darién es palpable. “Es un testimonio de la desesperación y determinación de aquellos que buscan un futuro mejor, pero también es un recordatorio de la urgencia de reformar nuestros sistemas migratorios”, manifestó Michele Klein Solomon, directora regional de la OIM para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe. “Necesitamos soluciones humanas y sostenibles que prevengan más tragedias”, añadió.
Según datos oficiales, el número de migrantes y refugiados en 2022 fue casi el doble que en 2021, con 133.000 personas. La mayoría de los migrantes provienen de Venezuela (55%), seguidos de Haití y Ecuador, y también hay registros de ciudadanos de China, Colombia, Afganistán, Nepal y Perú.
Ambas agencias subrayan la necesidad de un enfoque integrado y regional, en colaboración con instituciones y organizaciones locales, para responder de manera efectiva a esta crisis humanitaria. Se está trabajando para fortalecer las comunidades de acogida y apoyar las iniciativas gubernamentales que buscan gestionar la migración de manera más eficiente y segura.
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