Angie Redondo y Jorge Polo ganaron el Schneider Go Green 2020, con un proyecto que mejora el acceso a la energía en Bojayá y beneficia a los pescadores.
Por: IVIS MARTÍNEZ PIMIENTA
Fue una idea que se les ocurrió almorzando en un restaurante típico del Pacífico.
“Comiendo pescado se nos encendió la chispa y pensamos… ¿por qué no producimos energía a partir de estas vísceras en un biodigestor?”, recuerda Angie Redondo, una guajira que afirma nunca dejar quieta su curiosidad. Ahí fue donde empezó todo.
Ella es ingeniera de Minas y Metalurgia de la Universidad Nacional, sede Medellín, y junto a Jorge Luis Polo Bertel, estudiante de ingeniería de Minas y Metalurgia de la misma universidad, decidió presentar un proyecto para representar a Colombia en el concurso de Go Green.
Finalistas de Go Green 2020 de China, Colombia, Egipto, Hong Kong, India, Indonesia, Rusia y Estados Unidos presentaron sus ideas audaces ante un jurado de ejecutivos de Schneider Electric. Colombia se llevó el galardón con su proyecto Groon.
En Bojayá no hay energía eléctrica constante y, según el DANE, solo el 2,3% de las viviendas tiene energía eléctrica, el 3,4% conexión a acueducto y nadie tiene conexión a gas natural. Es una de las 1.710 zonas en Colombia en donde se calcula que las personas solo acceden al servicio eléctrico entre cuatro y doce horas al día.
“Siempre me ha apasionado la sostenibilidad, como a mi compañero Jorge. Cuando vimos la competencia, de una supimos que la categoría en la que queríamos participar era Sostenibilidad y Acceso a la Energía. Teniendo en cuenta esa categoría, lo que buscábamos era llevar energía de alguna forma a una zona no interconectada de Colombia”, empieza Angie.
El día que se les ocurrió la idea, estaban haciendo las prácticas en la Secretaría de Minas. A la hora del almuerzo, fueron a comer a un restaurante de comida del Pacífico.
Bojayá es una de las zonas no interconectadas del país, específicamente en el Chocó y uno de los productos con que trabajan es el pescado.
“Mi compañera Angie fue la que se dio cuenta del concurso y me invitó a participar. Desde ese momento empezamos a investigar, informarnos, buscar ideas, inspiración. De todo lo que veíamos queríamos realizar un proyecto. Decidimos enfocarnos en esto y empezamos a pensar cómo aprovechar los desechos del pescado. Comenzamos a realizar la investigación del proyecto, de cómo integrarlo con energía solar, de cuál era la necesidad. Y en este caso, era la refrigeración del pescado”, interviene Jorge.
“Nos comunicamos con personas del Pacífico y nos dimos cuenta de que muchas veces se les perdía el pescado. Todo esto fue como armando nuestro proyecto, hasta llegar a ser la idea que representó a Colombia en el concurso, y pues estamos muy orgullosos”, asegura el joven.
Enfocaron el proyecto a Bojayá, por una parte, debido a el conflicto; teniendo en cuenta cómo los ha afectado y cómo este flagelo no ha permitido desarrollar todo el potencial de esa zona, sin embargo, afirman que su idea puede ser replicada en otras partes del país y, ¿por qué no?, en otras partes del mundo.
¿Cuál es el proyecto?
“Nosotros integramos lo que es la economía circular. Aprovechamos los residuos pesqueros de la zona, para formar ‘biogás’ y, en combinación con energía solar, creamos un sistema híbrido que genera energía eléctrica para refrigerar la pesca. Muchas zonas no interconectadas no pueden refrigerar su producción y pierden mucho o tienen que vender sus productos a precios muy, muy inferiores. Eso hace que no haya un comercio justo entre los que pescan y los que compran. Por otro lado se pierde la comida”, cuentan.
Con el biogás, se logra un sistema de pesca sostenible. Se crea a partir de un biodigestor (del que habla Angie), que es un contenedor cerrado de forma hermética que tiene materia orgánica procedente de vegetales y carne en descomposición.
Según IDAE, el biogás es un gas compuesto principalmente por metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2), en proporciones variables, dependiendo de la composición de la materia orgánica a partir de la cual se ha generado.
“Más que todo, queremos apoyar la economía de estas regiones que no han podido surgir por la falta de alternativas. El combustible que usan es Diesel y es costoso. Solo tres horas al día es que tienen acceso a energía”, añade Jorge.
Lo que buscan es mejorar las condiciones de vida de los pescadores artesanales de Bojayá y tienen en mente una pescadería que les compre a todos ellos, su producción a un precio justo.
“Actualmente les compran a precios bajos porque saben que ellos no van a tener cómo refrigerar esa producción y la van a tener que regalar o botar”, dice Jorge.
“Queremos ir con este proyecto más allá, a un diseño de detalle para ver si podemos aplicarlo y llevarlo a la vida real. Nos encantaría llevarlo a toda la población o a todos los pescadores artesanales de Bojayá que estén articulados a la asociación. Ese es nuestro objetivo”, sostiene Angie.
Sobre los chicos
Jorge Luis: “Me interesó, me motivó mucho estudiar Ingeniera de Minas y Metalurgia porque soy egresado de un colegio técnico, en Sincelejo, de donde soy. Y me gustaban las matemáticas, el trabajo en campo… y mi colegio me motivó mucho en esa parte.
“En mi departamento no hay vacantes en ese tipo de trabajo, en minería, pero yo me imaginaba siendo ingeniero de minas”.
Entre los pasatiempos de Jorge está montar bicicleta, “A veces me iba a la universidad en bicicleta”, ríe. Y sale a pasear con su padre cuando puede en la madrugada.
Angie Marcela Redondo: es de La Guajira. Tiene 22 años. “Me encanta bailar salsa”, empieza. Dice que le gusta estar siempre buscando algo que hacer, “no me gusta quedarme quieta. Buscar convocatorias es mi pasatiempo”, confiesa.
“Estudié Ingeniería de Minas y Metalurgia en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, porque desde que estaba en el colegio me habían gustado bastante las matemáticas, y como soy de La Guajira, el Cerrejón era como un referente para mí. Analizando esos factores, decidí estudiar mi carrera”.
Agradecidos
Además de contar con el apoyo de la empresa Schneider Electric, se apoyaron en tutores de su universidad, “dado que enfocamos el proyecto a la parte técnica, de electricidad y la conversión de la masa en energía”. Y este no era su fuerte.
Especialmente, le agradecen a los profesores Daniel Garrido, Karen Castro y Alexander Tavares: también a Andrea Ortega, y todos los que confiaron en su idea.
Vía: El Universal