El equipo médico de Cali que viajó a Istmina, Chocó, para hacer frente al Covid-19.

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Camilo Bernal Cuestas es un hombre ecléctico. Es ingeniero ambiental y escolta de profesión. Es especialista en seguridad laboral y paramédico. ¿En dónde está en estos momentos? En Istmina, Chocó, hace dos días, a donde llegó como parte de un equipo de salud para apoyar la población en la atención a pacientes contagiados con coronavirus.

Pese a que el municipio no reporta casos positivos hasta la fecha, se proyecta que experimente un pico dentro de quince días.

Bernal Cuestas recibió una llamada del doctor Laureano Quintero. No fue el único en apuntarse a la misión humanitaria, gestionada en gran parte por la Fundación Casa Hogar Deutschland, de origen alemán.

Quintero también contactó a una médica y a otros cuatro paramédicos del Valle del Cauca, todos pertenecientes a diferentes organizaciones u hospitales de la región. El equipo llegó al Pacífico en una avioneta que partió de Cali en la madrugada del miércoles 22 de marzo.

“Cada uno tiene su función, bien sea en documentación, manejo de suministro, logística o preparación del personal del municipio, pero somos un equipo que, aunque tenemos formaciones diferentes queremos servir a quienes lo requieren”, comenta Bernal Cuestas.

Pero la selección del personal también implicó todas las medidas de precaución posibles, pues el equipo lo debían conformar personas asintomáticas comprobadas, que hubiesen guardado una estricta cuarentena hasta entonces y cuyo historial no registrase ni el más mínimo contacto con casos positivos para coronavirus.

Tiene lógica: el Hospital Eduardo Santos de Istmina quiere evitar todo rastro de la enfermedad en sus instalaciones para así atender otras patologías que pueda presentar la población. Y es por eso que la Alcaldía habilitó hace poco la clínica del Pacífico, cerrada hasta hace menos de un año, para atender específicamente los casos por Covid-19 que requieran hospitalización.

“Allí habrá disponibilidad para 30 personas, entre las cuales hay espacio para 12 que presenten síntomas graves. Es cierto que la clínica antiguamente era de tercer nivel, pero al ver que solo podemos prestar un servicio de primer nivel, queremos hacerlo con la mejor calidad posible”, afirma el secretario de Salud, Jhovanny Alexander Arias.

Istmina es un territorio en el que viven 28.000 personas, pero además se trata de un importante eje vial que es atravesado por 130.000 personas de la subregión del San Juan, lo que lo convierte no solo en el municipio del Chocó con más tránsito de foráneos después de Quibdó, sino también el segundo más expuesto a presentar tasas altas por coronavirus.

Arias agrega: “Aquí ya se aplica el pico y cédula, estrategia que ha tenido el acompañamiento de la Policía y Ejército para evitar la propagación de la enfermedad. Ahora bien, la llegada de este equipo desde Cali es gran ayuda para mejorar nuestras capacidades de salud”.

Pero el equipo vallecaucano no está solo, porque a más de 194 kilómetros de distancia, en el sur de Cali, habrá un grupo de especialistas del Centro Médico Imbanaco con los que podrán establecer teleconsultas a través de plataformas online para casos de emergencia. Los hay en medicina interna, neumología, cardiología, neurología, cirugía, pediatría, entre otras.

La operación de ayuda se llama Ubuntu. Una palabra que hace referencia a una filosofía sudafricana que, en las lenguas zulú y xhosa, se traduce en ‘humanidad por el otro’, uno de los tantos significados relativos a la solidaridad entre pueblos. El nombre se lo dio la persona que reunió el equipo: el doctor Laureano Quintero.

“Entre las palabras que le dije a los cinco profesionales antes de partir desde Cali fue que si bien hacemos todo lo posible para hacer frente al virus desde nuestra región, hay otros sectores del país que requieren una ayuda urgente. Cuando hay esas necesidades, nosotros nos desplazamos, cuando todos están aislamiento, nosotros -los médicos- salimos”, manifiesta el Director Médico del Clínica Imbanaco.

De acuerdo con el doctor Quintero, una vez transcurra un mes desde la llegada de la médica y los cinco paramédicos a Istmina, regresarán a Cali para que los reemplace otro equipo de profesionales el próximo 22 de mayo.

Además, en el municipio hay cuatro IPS que prestan sus servicios a más de 35.000 afiliados a EPS tanto del régimen contributivo como subsidiado. Esto, sin contar las casi 3000 personas que el Hospital Eduardo Santos atiende al mes, cifra que se ha reducido de forma considerable en los últimos días, según cuenta Linda Carolina Reales, coordinadora médica del centro asistencial.

Explica que han orientado a los istnameños para que solo se dirijan al Hospital en casos de exclusiva urgencia y, en consecuencia, buena parte de las consultas las están realizando por vía telefónica. Agrega que en las últimas dos semanas han recibido elementos de bioseguridad, como tapabocas desechables y N96, overoles, gafas de protección, gorros, polainas, trajes quirúrgicos y medicamentos para tratamiento de pacientes con problemas respiratorios agudos.

“Sin embargo, en el Hospital tenemos serias dificultades laborales, como que a los siete médicos que estamos vinculados a este nos adeudan ocho meses de salarios, aparte de algunos trabajadores por prestación de servicio a los que no les han pagado doce meses desde el 2017”, afirma.

El Chocó, en general, no atraviesa por buenos momentos en el campo de la salud. Tan solo el pasado 18 de marzo el Hospital San Francisco de Quibdó, el más importante del departamento y que atiende a más de 544.000 habitantes de 30 municipios, cerró parcialmente luego de que cinco enfermeras contrajeran Covid-19. Todo el personal administrativo y de salud deberá guardar aislamiento preventivo obligatorio hasta el 2 de mayo, por lo que la mayoría de los servicios fueron suspendidos, salvo el de cirugía general y emergencias ginecobstétricas.

Aun así, la operación Ubuntu no se detiene. Cierta vez un periodista le preguntó a Nelson Mandela qué significaba esa palabra de raíces sudafricanas, a lo que él respondió: “Un viajero se detiene en un pueblo y no tiene que pedir comida o agua, porque el pueblo se la dará de entrada y con buena voluntad. Es un aspecto de los muchos que tiene Ubuntu”. En esta oportunidad, un nuevo término ha sido añadido: ahora es el viajero quien deberá extender la mano.

Vía: El País.

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