Pasó otro mes y en Riosucio no se ven señales claras de progreso. La frase “cálmese, que vienen cosas buenas” se repite como si fuera un tranquilizante, pero más que calmar, cansa. Porque lo que muchos ven es todo lo contrario: un pueblo estancado, con obras que no arrancan, decisiones que no se explican y una administración que no responde.
Mientras algunos insisten en que hay que tener paciencia, la preocupación crece. Y no es para menos. Las noticias que llegan no hablan de avances, sino de retrocesos. Una de ellas tiene que ver con la posible salida de las oficinas del ICA hacia Belén de Bajirá, un hecho que, si se confirma, sería otro golpe a la ya frágil presencia institucional de Riosucio. Como si no bastara con la incertidumbre que ya ronda temas clave como la construcción de la sede de la Universidad Tecnológica del Chocó.
El propio alcalde de Belén de Bajirá, en un video difundido por la página oficial de su alcaldía, asegura que esa sede se construirá allá. Mientras tanto, desde la administración de Riosucio no hay una sola palabra clara. El alcalde Juan Moreno Mena parece haberse especializado en el silencio. Y su silencio se vuelve ruido entre la gente que espera respuestas.
¿Dónde están las gestiones? ¿Qué está haciendo la alcaldía para evitar que se sigan perdiendo oportunidades? ¿Por qué no se informa con claridad lo que pasa? Lo que sí se ha dicho es que “vienen cosas buenas”, una frase que hoy parece depender de un préstamo millonario cuyo destino tampoco ha sido explicado con detalle. ¿Para qué se pedirá? ¿Qué se va a hacer con ese dinero? ¿Y quién pagará la deuda?
La desconexión entre el discurso y la realidad es cada vez más evidente. Mientras tanto, el pueblo está desinformado y confundido, porque nadie da explicaciones. Y eso, en medio de un contexto tan delicado, no solo es irresponsable, sino peligroso.
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