El río Atrato, uno de los más caudalosos y navegables de Colombia, tiene su nacimiento en el municipio de Carmen de Atrato, Chocó, a 3.900 metros sobre el nivel del mar, en los Altos de la Concordia y los farallones del Citará. Este río, con una longitud de 750 kilómetros, se extiende desde la cordillera occidental hasta desembocar en el Golfo de Urabá, siendo la principal fuente hídrica del Pacífico colombiano.
Con una profundidad promedio de 11 metros y un ancho estimado de 282 metros, el Atrato es fundamental para la vida de los habitantes del Chocó, proveyendo entre 4.200 y 4.900 metros cúbicos de agua por segundo. Además, su ecosistema alberga una rica biodiversidad, incluyendo 258 especies de aves, 26 de mamíferos y 12 de anfibios. En 2016, este río fue el primero en Colombia en ser declarado sujeto de derechos, marcando un hito en la protección ambiental.
Aportes y desafíos del Atrato
El río Atrato no solo es vital para la conectividad y la economía de la región, facilitando actividades como la pesca y el turismo, sino que también se posiciona como un emblema ambiental en un país que ocupa el sexto lugar en recursos hídricos a nivel mundial.
Sin embargo, enfrenta serios desafíos ambientales y sociales. La contaminación generada por la falta de sistemas de alcantarillado, la minería ilegal que aporta alrededor de 60 toneladas de mercurio al río cada año, y las consecuencias del conflicto armado, como el hallazgo de cuerpos en sus aguas, han afectado gravemente este afluente.
A pesar de estos retos, el Atrato sigue siendo un símbolo de vida para las comunidades chocoanas, destacando la importancia de proteger y restaurar este recurso vital para garantizar su sostenibilidad y la de las especies y poblaciones que dependen de él.
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