Riosucio, un municipio con una amplia población, se encuentra en una difícil situación de movilidad que afecta diariamente a sus ciudadanos. A pesar de su rica historia y la relevancia política, la localidad enfrenta continuos desafíos de infraestructura y planificación urbana que limitan su desarrollo y la calidad de vida de sus habitantes.
La historia de Riosucio refleja una serie de esfuerzos por mejorar la movilidad urbana, a menudo malogrados por la falta de continuidad y planificación adecuada. Desde los tiempos de José Aladino Palacios q. e. p. d. quien implementó jornadas comunitarias para levantar las principales calles, hasta proyectos más recientes que han quedado en promesas. Palacios fue notable por emplear a residentes del municipio en las obras públicas, una práctica que contrasta con la gestión de recursos observada en administraciones posteriores.
Eulalio Lemos q. e. p. d. y Luis Enrique Mena Rentería hicieron intentos por mejorar la infraestructura, con Lemos iniciando la construcción de puentes y realces, y Mena Rentería recuperando calles principales que habían sufrido colapsos. Sin embargo, proyectos como la compra de una draga que sería utilizada en el relleno total de la cabecera municipal, propuesto por Conrad Valoyes Mendoza, quedaron en la ilusión debido a la falta de ejecución, esto sin desconocer que su administración fue la que más intervenciones ha realizado en ramales del puentón.
La problemática se ve agravada por la sedimentación de las bocas del río Atrato, que provoca inundaciones recurrentes y la desaparición de calles completas. A pesar de la importancia del río como vía nacional, los alcaldes han enfrentado limitaciones significativas para invertir en dragados esenciales que podrían mitigar este problema. Además, la falta de un muro de contención ha permitido una reducción alarmante del área urbana, algo que los gobiernos locales han fallado repetidamente en abordar de manera efectiva.
Actualmente, bajo la administración de Juan Moreno Mena, quien asumió hace seis meses, la situación no muestra signos de mejora significativa. El deterioro del puentón sumado a las calles que se han transformado en lodazales con la llegada de las lluvias, complicando aún más la movilidad. Los esfuerzos de la nueva administración por subsanar estos problemas aún no son visibles, y la comunidad riosuceña expresa su descontento y frustración.
La comparación con regiones vecinas, como Urabá Antioqueño, donde los alcaldes se esfuerzan por superar los logros de sus predecesores, pone de relieve la falta de ambición y efectividad en Riosucio. Mientras otros alcaldes compiten por construir más kilómetros de vías, Riosucio lucha por mantener las pocas que tiene en condiciones transitables.
Este panorama desalentador plantea interrogantes sobre la capacidad y la voluntad de los líderes municipales para gestionar efectivamente y mejorar las condiciones de vida de los riosuceños. La comunidad clama por un cambio real que vaya más allá de las promesas electorales y se traduzca en mejoras tangibles que puedan experimentar en su vida cotidiana.
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