Riosucio – Chocó, un municipio ubicado en el corazón del bajo Atrato, está alzando su voz ante los continuos y deficientes servicios prestados por la empresa de telefonía Claro. “¿Hasta cuándo, señor?” es el eco de desesperación que resuena en las calles y hogares de este lugar.
Los residentes han enfrentado caídas constantes en el servicio de telefonía, lo que ya parece convertirse en una triste rutina para ellos. A esto se suman las notorias dificultades para acceder al servicio de datos. Pero quizás uno de los problemas más agudos se presenta al realizar llamadas. Muchos usuarios reportan que, en lugar de escuchar con claridad a la persona al otro lado de la línea, lo que llega a sus oídos son sonidos distorsionados, comparables a lo que uno imaginaría de un extraterrestre. Se sospecha que estas deficiencias se deben a la falta de mantenimiento y actualización de los equipos en la central de Claro en Riosucio.
Lo que aumenta el descontento de la comunidad es que, a pesar de estos problemas, la empresa no ha dejado de realizar cobros puntuales. No se reconocen los tiempos sin servicio a los usuarios, y, peor aún, si incumplen con los pagos, estos son reportados ante las centrales de riesgo. Esta situación ha llevado a muchos a cuestionarse: ¿Quién vigila y sanciona a Claro por sus incumplimientos? Pareciera que las entidades controladoras han dejado solos a los Riosuceños ante este preocupante escenario.
La comunidad, cansada y desesperada, demanda soluciones. Pero no buscan respuestas temporales o “paños de agua tibia”, como mencionan algunos habitantes. Exigen la modernización de los obsoletos equipos que la empresa utiliza para prestar servicios, esperando que sus voces sean finalmente escuchadas y se les brinde la calidad de servicio que merecen.
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