En la vía que conduce a Arboletes, una placa huella y un letrero que dice ´bienvenido a Canime´, recibe a las personas que ingresan hasta esta comunidad étnica. Para llegar a este territorio se hace un recorrido de 40 minutos, en el que se pueden apreciar a lado y lado de la carretera, inmensos potreros, de gran extensión con cultivos de Teca, árbol maderable de gran comercialización.
Hasta esta comunidad llegó el equipo étnico de la Dirección Territorial de la URT en Apartadó, para hacer el proceso de caracterización y conocer los hechos victimizantes a los que fueron sometidos y que limitaron el acceso a la tierra de esta comunidad ancestral.
A través de mapas, diálogos y grupos focales, se realizó la recolección de información; lo cual permitió establecer que el Resguardo Indígena Canime, de la etnia Zenú, es de Córdoba. Esta comunidad indígena llegó a la subregión de Urabá en 1989 y un año después, en 1990, empezaron a sufrir el confinamiento por la presencia del Ejército Popular de Liberación, EPL y de las Farc-EP.
A la difícil situación vivida por los integrantes del Resguardo Indígena Canime, se suma otra dificultad generada por los actores armados ilegales. En 1995 se registró un desplazamiento masivo de 70 familias del Resguardo Indígena El Volao, de Necoclí, quienes llegaron a refugiarse en las 25 hectáreas que integran a Canime. Esta situación generó hacinamiento en la zona, por la escases de tierra para tantas familias.
En el territorio también se refugiaron líderes de El Volao, quienes habían recibido amenazas directas de grupos armados, lo que ocasionó que los líderes de Canime también se volvieran objetivo militar, debido al recrudecimiento del conflicto por el accionar violento de las Autodefensas Unidas de Colombia entre los años de 1996 y 2006.
Algunas familias de El Volao decidieron quedarse y ahora Canime está integrado por 108 familias que suman 345 personas. Sin embargo, la comunidad se ha visto limitada por no contar con suficiente tierra que garantice la seguridad alimentaria de los grupos familiares.
El predio donde se encuentran está rodeado en gran parte por el río Volcán, y anteriormente proveía variedades de peces para su alimento. Tiempo después, a raíz de la siembra de una gran extensión de cultivo de Teca, solo queda el camino de lo que se puede llamar río; pues los cultivos de Teka afectan este afluente y el acceso a este recurso hídrico vital para el resguardo y los campesinos de la zona.
La URT realizó un recorrido por las 25 hectáreas que integran el territorio con un profesional geógrafo y un topógrafo ambiental, acompañados del Cacique Segundo y miembros de la guardia indígena. Se identificó que, en su suelo árido, solo hay cultivos de plátano y yuca, que cada dos años son movidos a diferentes partes para dejar descansar la tierra.
En el territorio se encuentra una caseta comunal, algunas casas de madera y de material y una escuela a la que asisten niños y jóvenes hijos de campesinos. En la escuela, que cuenta con un cacique estudiantil, se enseñan las costumbres y tradiciones indígenas.
Con estos insumos, la dirección territorial Apartadó nutre la demanda llevando este caso a la justicia en 2023.