Lamentablemente son las noticias negativas las que han ubicado al municipio de Riosucio Chocó, en el centro de la atención nacional en los últimos meses. La violencia, las emergencias por fenómenos naturales, incendios y la protesta social sean convertido en el pan de cada día para los habitantes del segundo municipio en población del departamento del Chocó.
En medio de esas circunstancias que no son nada nuevo, sobre vive la juventud Riosuceña. En sus calles polvorientas o inundadas según la temporada climática, los niños nadan o juegan futbol con sus pies descalzos. En sus etapas de juventud y adolescencia el roll que individualmente adopten depende de muchos factores: como los valores familiares y las limitadas oportunidades para acceder a derechos fundamentales como la educación y el goce efectivo del tiempo libre.
Tras el último episodio de violencia perpetrado en contra de dos agentes que prestaban sus servicios en la estación de policía de este municipio, unas declaraciones del Alcalde local Conrad Valoyes Mendoza, en la que expreso que, “la alcaldía, en articulación con la personería y la fuerza pública, habrían sacado a escondidas a 100 jóvenes entre 15 y 17 años de edad, que estaría en miras de estructuras del Clan del Golfo para ser reclutados”; ha despertado el interés de organizaciones e instituciones que velan por los derechos de los menores iniciando por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF.
Nuestro Sistema Informativo, no pude establecer que las cifras reveladas por el alcalde Valoyes correspondan a los datos que por tratarse de menores de edad debería conocer el centro zonal del ICBF con sede en el municipio de Riosucio. Pero si podemos confirmar que en efecto las autoridades han logrado evacuar alrededor de 20 personas casi todas mayores de edad al parecer por temor a amenazas en contra de sus vidas.
Riosucio es un extenso territorio habitado por comunidades Negras Afrocolombianas, Indígenas los primeros pobladores y Mestizos procedentes de los departamentos de Córdoba y Antioquía. Que por cientos de décadas se han establecidos en asentamientos pacíficos, capaces de convivir pese a sus marcadas diferencias culturales.
Solo hasta 1970 este territorio estuvo libre de presencia de grupos armados que se establecieran en sus comunidades. Según datos de historiadores desde la década de los 70 se da la llegada del 5 frente las FARC y posteriormente el frente 57 fue quien ejercía justicia y autoridad en esta población.
A finales de 1996 se presenta la llegada de Los Paramilitares y en prácticamente toda la región del Medio y Bajo Atrato se deriva un recrudecimiento del conflicto armado dejando a cientos de víctimas por desplazamientos, desapariciones y reclutamientos forzosos, asesinatos y abusos sexuales.
En varios aspectos, este continúa siendo el panorama en el que crecen generaciones tras generaciones. Un círculo de violencia en el que quizás se esconda el mal peor de esta sociedad, la corrupción, que pasea campante dejando a su paso obras inconclusas, poca respuesta a las necesidades de sus ciudadanos y una movilización negativa de pensamientos a través de los mal llamados programas sociales que no son más que un despeñadero de recursos en el fracaso del asistencialismo.
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