Agripina Perea.

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Llegamos al sector Revivir del barrio San José de los Campanos, de la mano de Diana Jiménez, de la Fundación Bio Psicosocial que conocimos en el Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Cartagena.

Primero visitamos una casita secreta donde hospedaban unas 12 mujeres de todas las edades víctimas de violencia intrafamiliar que tenían literalmente escondidas de sus compañeros agresores, después visitamos un proyecto de ludoteca que ayudamos a realizar y después explorando el barrio llegamos a una construcción de dos pisos de aspecto sólido pero que se veía inutilizada.

Y allí fue que encontramos a Agripina Perea, la presidenta de la Junta de Acción Comunal, originaria de Río Sucio, Chocó, desplazada de la violencia en el grande éxodo del 1997 que obligó a más de 6.500 familias a salirse de sus veredas y enfrentarse a un mes de trocha donde murieron muchos niños y mujeres.

Lo que tenía que durar 15 días duró más de 10 meses. Y cuando después de los acuerdos de paz pudo volver a su vereda, esta mujer de acero no pierde tiempo y se capacita de promotora de salud con médicos sin fronteras, pero la paz para ellos duró solo dos años porque otra vez con amenazas de muerte, Agripina fue obligada a salir del pueblo con la familia.

La Cruz Roja internacional y la Arquidiócesis de Antioquia los acompañan en su salida a Cartagena; Agripina embarazada, sin dinero ni casa, se tiene que acomodar a dormir en la calle donde ella dice se diplomó, en la Universidad del Hambre.

Pero ella no malgastó su tiempo, sin perder el horizonte comenzó a hacer contactos y como toda una guerrera empezó a capacitarse y también a terminar sus estudios de bachiller y luego una carrera de administración de empresas y diferentes diplomados. Terminó en una empresa asociativa siendo la gerente de ella y paralelamente en un programa del gobierno como mujer ahorradora en acción, siendo al final vocera nacional del mismo y así replicando al incentivo del ahorro programado en todo el país a más de 200 mil mujeres.

Es una verdadera joya para la comunidad en nuestra Fundación Corazón Contento, con ella implantamos la huerta comunitaria que después de menos de un año ya ha vendido una cosecha de rúgula que sirvió para pagar el baño de la casa comunal, un club de lectura, clases de canto, clases de yoga, utilizando al máximo la casa que ya tiene el agua y el gas y ya se implementó la cocina que sirve doscientos almuerzos diarios.

Agripina es una activista y líder social comprometida con su única preocupación: los niños y los ancianos ya que son la población más vulnerable de la comunidad.
Vía: El Universal.

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