La masacre en la finca Osaka, en Carepa, Antioquia, sucedida hace 23 años, cobró la vida de 11 trabajadores bananeros. Las 25 personas que lograron escapar de la barbarie lideran hoy una organización de reconstrucción de la memoria de este hecho, con la que esperan honrar a sus muertos y hacer el llamado al país para que no sean olvidados.
Con diferentes actos simbólicos y litúrgicos, en el lugar donde sucedió la masacre de Osaka, este 14 de febrero, a partir de las 6:00 a.m., se conmemorarán los 23 años del trágico hecho que dejó 11 personas muertas. Participarán las entidades gubernamentales y trabajadores bananeros, en su mayoría de organizaciones sindicales como Sintrainagro.
Aquella mañana de la masacre, 45 trabajadores bananeros se trasladaban, como de costumbre, en los buses hacia su lugar de trabajo, la finca Osaka ubicada en Carepa, cuando integrantes del Frente Quinto de la entonces guerrilla de las Farc los obligaron a bajarse del vehículo y comenzaron a indagarlos. Anticipándose a lo que sucedería, algunas personas intentaron huir pero fueron alcanzados por las balas y los cuerpos de 11 trabajadores quedaron tendidos en el sitio.
José Humberto Moreno, uno de los sobrevivientes, atribuye el estar vivo a un milagro, ya que su esposa, Miriam Padilla León, la única mujer víctima, no tuvo la misma suerte. “Íbamos en el bus cuando nos bajaron, nos dijeron que hiciéramos una fila y comenzaron a preguntarnos, uno a uno, qué labores hacíamos en la finca; a unos los pasaban atrás de la fila, y en un momento un compañero comenzó a correr y éstos comenzaron a disparar. Todos se dispersaron pero mi señora y yo no tuvimos el valor para correr y nos tendimos en el piso”, relata Moreno.
Humberto esperaba la muerte. “Mientras estábamos en el piso, sin poder mirar hacia ningún lado, estos desconocidos nuevamente comenzaron a disparar a quienes quedamos allí, ya cuando todos se habían desaparecido intenté mover a mi esposa, no respondía, fue cuando me di cuenta de que estaba muerta; saqué fuerzas de donde no tenía porque ni las piernas me respondían, a rastras me deslicé hacia los canales de la vía, y a partir de eso todo se me derrumbó”.
Con esas mismas fuerzas hoy Humberto decidió promover la iniciativa Memorias que Renacen, en la cual participan cerca de 25 personas, apoyadas por el Centro de Memoria Histórica y el municipio de Carepa. En este ejercicio en el cual han narrado lo sucedido y eso les ha permitido, según Humberto, dirimir el dolor y hacerse visibles ante las entidades: “estábamos olvidados, pero ahora se está haciendo un reconocimiento para que se conozca lo que pasó aquí, esperamos que las entidades nos acompañen”, dice.
De estas memorias surgió un documental con el mismo nombre, además de cartillas, entre otras narraciones plasmadas por la comunidad. “Aunque perdí a mi compañera sentimental, es un milagro el estar vivo, y aunque a los compañeros que perdimos no los podremos recuperar, esperamos que el gobierno nos tenga en cuenta con la reparación; ya ha habido acercamientos, pero sí se hace necesaria la reparación para mejorar nuestra calidad de vida”, precisó Humberto.
Elizabeth Granada Ríos, directora de la Unidad para las Víctimas Urabá Darién, expresó apoyo a los sobrevivientes de esta masacre: “Estaremos como Unidad acompañándolos en esta conmemoración, como medida de satisfacción, como víctimas del conflicto armado, orientándoles, como ya se ha hecho, en la ruta de reparación; si bien es cierto esta masacre aún no ha sido declarada ante el Ministerio Público para ser incluida como colectivo, es un hecho que marcó la vida de estas personas y a la región”.